Un hecho concreto, la asignación del Nobel de la Paz a la Unión Europea, desencadena a lo largo de este texto una reflexión que comienza con el cuestionamiento de la unidad de Europa a lo largo de la historia. Este cuestionamiento deja aflorar un tema prin-cipal, la selección de la historia para la creación de la identidad europea y la creación de un posible referente identitario: la paz; ésta es tomada entonces como patrimonio de Europa.
El discurso deviene, posteriormente, en la educación como epicentro para la proliferación de una identidad europea, que pretende de nuevo seleccionar la historia para generar una identidad caracterizada por un rasgo pacifista. Para evitar un apogeo de lo xenofílico, se proponen ciertos antídotos que permiten escapar de un etnocentrismo, patente en el léxico del discurso cultural, que tinta de objetivo este devenir histórico manipulado