La cifra es impresionante: 1.400 millones de personas (que equivalen a toda la población de China) viajan alrededor del mundo anualmente. Nunca antes hubo tal cantidad de gente yendo y viniendo de un sitio a otro. Tampoco nunca antes hacer turismo fue tan contaminante. Esta industria aporta un 8% de los gases de efecto invernadero, según un análisis publicado en Nature Climate Change. La mayor parte de ese daño al medioambiente viene del transporte. Pero una de sus caras más oscuras está en la saturación de los principales destinos, en la cantidad de residuos que se genera en estos lugares y en el daño al equilibrio de los espacios naturales. La masificación de esta industria es un problema global. Somos causa y víctimas de querer vivir experiencias únicas sin importar el coste.
Y de momento no pararemos. En 2030 seremos más de 1.800 millones de visitantes girando por el planeta, según la Organización Mundial de Turismo (OMT). ¿Cómo lidiar con este fenómeno?, ¿existe una solución para reducir el impacto de la industria turística? La respuesta está en los datos. Por ejemplo, el análisis del movimiento de los turistas —cuánto tardan en desplazarse de un sitio a otro o el tiempo que dedican a la visita de un museo— permite adaptar la afluencia de autobuses en horarios de mayor concurrencia. “De esta manera, es posible reducir atascos y como consecuencia disminuir las emisiones contaminantes”, destaca Elena Díaz, responsable del Centro de Excelencia de LUCA, la unidad de datos de Telefónica.
Seguir leyendo en El País